La magia de "Nazaret":
El tema empezó en un tren... 24 chavales recién salidos de
sus coles, camino de vivir dos semanas de servicio en; Cottolengo, San Rafael,
Residencia de Ancianos, casa de Veritas y la Colonia de verano de Nazaret. La
mayoría de voluntarios son de Jesuitas, pero también hay 5 Carmelitas y una de Salesianos. Era la
primera vez que abríamos la experiencia a otros coles. Bueno en realidad ellas
vinieron a nosotros y no pudimos decir que no. Nos la jugamos. Y resultó ser
una gran apuesta. Como coordinador de la experiencia he sido testigo
privilegiado del paso de Dios por sus vidas, de cómo la providencia nos ha
salido al paso en las dinámicas y actividades de la tarde y en los
voluntariados de las mañanas. La providencia… ¡esa palabra tan repetida en el
Cottolengo! y ¡tan difícil de entender si no se vive primero! Estos días los jóvenes
han tenido ocasión de acercarse al misterio del Dios que camina con nosotros.
En la paciencia de la comunidad educativa de Nazaret a la que le hemos invadido
el colegio mientras estaban inmersos en el cierre de curso y las
programaciones, en la atención que los auxiliares de los distintos centros a
los que acudíamos de voluntariado han puesto en nosotros/as, en el hecho de que
nunca faltase nada de nada en el Cottolengo... y en un encuentro casual con un
miembro de la Junta de Antiguos Alumnos que dio pie a compartir la Eucaristía
de envío y a que nos invitaron a pizzas en la última cena.
Hemos hecho camino,
hemos tratado de ejercitarnos en buscar al Dios de la Vida en el día a día, de
dejarnos sorprender, de practicar el arte de confiar... y las personitas han
hecho proceso. De recientes alumnos a profesores-educadores, a nietos de
verano, a cuidadores y acompañantes... Falta reposar Nazaret, dejar que la perspectiva
nos ayude a todos a caer en la cuenta de lo vivido y que se haga realidad el
deseo de Miguel Ángel Segura, director del colegio de Nazaret “Ojalá que
Nazaret cambié algo en vuestras vidas”.
El cambio ha
empezado. En este post, ellos mismos lo cuentan a su manera.
El inicio de algo muy grande (visión general)
Cuando me dijeron de venir a Nazaret estaba muy asustada,
quería o necesitaba a alguien conocido. Se termina ya la estancia y resulta que
en dos semanas en Nazaret nos hemos hecho tan amigos que podríamos hablar de
ser “familia”. Llegamos a esta experiencia después un año duro académicamente,
2º bachiller ha sido un año vacío y a la vez lleno. Lleno en el sentido de
exámenes, agobios, nervios, lloros, pero al mismo tiempo vacío; me he sentido
vacía en el interior, no me he parado a reflexionar y por ello Nazaret me ha
llenado tanto. Durante estos 15 días he ido rellenando estos huecos vacíos que
se habían formado durante el curso.
Nazaret me ha cambiado en muchos sentidos. Tanto las experiencias
por las mañanas; como las dinámicas por las tardes.
Cuidar, escuchar, atender, apoyar son algunas de las cosas
realizadas con ancianos, niños, mujeres del Cottolengo, chicos de la casa
Véritas, de San Rafael y adolescentes, que han tenido hijos muy temprano.
Los días en Nazaret han pasado demasiado rápido, ya desde el
punto de la mañana nos reunimos para leer un fragmento de la biblia, cantamos y
rezamos unidos de las manos, estamos todos un poco zombis, sin embargo, ya
desde ese momento me siento feliz y unida. La mañana se pasa volando en los
diferentes voluntariados. Como todo hay días más duros que otros, unos más
fáciles o que no se complican tanto, sin embargo, he aprendido que en Nazaret,
bajar la cabeza no es una opción.
Cada tarde, los acompañantes preparan dinámicas diferentes
que todas y cada una de ellas han movido y rellenado huecos de mi interior.
Desde el primer día empecé emocionada, sabía que Nazaret iba
a ser una experiencia diferente.
Con música de fondo teníamos que plasmar lo que llevábamos
en nuestra mochila arrastrando de todo el año.
Tras cada dinámica algo que también me ha ayudado mucho. El
tiempo de reflexión personal y el rato de compartir en los diferentes grupos
que han sido formados con cada una de las experiencias. Nos hemos abierto, nos
hemos escuchado y sentido arropados. Nos hemos partido de la risa y también
henos llorado todos juntos; siempre bajo el “secreto de grupo”. Al principio he
de reconocer que me costaba abrirme pero he ido experimentando que me hacía
sentir tan llena cuando lo hacía que poco a poco me he ido dejando “saborear”.
Dinámicas hemos tenido para todos los gustos. Un día fuimos guías
o guiados con los ojos tapados para superar una serie de obstáculo, fue una
forma divertida de hacer de “bastones” unos de otros y darnos cuenta del apoyo
mutuo.
Arantxa Yagüe, educadora social de Nazaret también dejó
huella en nosotros tras una charla sobre como situarnos ante las personas que
acompañamos en los voluntariados ¡ojalá la hubiese grabado! Esa tarde dejamos
nuestra huella de pie en un papel y reflexionamos sobre ella y como era la
huella que queremos dejar en el mundo.
Tantos días fuera de casa, con la distancia, nos invitaron a
reflexionar sobre la familia, y a escribirles después una carta. ¡Hasta hubo una
carta al cielo! Y reflexiones profundas, y
vida compartida y algunos lloros...
Una tarde la dedicamos a dar gracias, por cosas que Dios nos
regala gratis, Y nos lanzamos a hacer lo mismo y a repartir abrazos por la
ciudad.. Hacía tiempo que no me sentía tan especial, feliz y agradecida. Son
tantas la emociones que se pueden acumular en una tarde por Alicante con un
cartel donde en grandes letras ponía: ABRAZOS GRATIS y es que el cariño y el
amor es muy importante para TODOS.
Y de amor fue la dinámica siguiente, amores de barra, amores
light... pero aparte nos sirvió para
descubrir los distintos tipos de amor que existen. Y como nos situamos nosotros
en nuestras relaciones con los demás y a preguntarnos como queremos amar...
Nazaret ya estaba dejando huella en mí y todos los demás
también. Siempre por las noches en el último círculo de oración nos acordábamos
de las personas de los voluntariados y de las personas que se habían quedado en
Zaragoza.
Ya se acerca el final y no me quiero ir, quiero que esto
dure siempre, me está ayudando tanto que no quiero que se pase sin más, quiero
que como en la charla que nos dio Kike Romá sea capaz de preguntarme cómo voy a
poner en juego mis dones para cambiar la realidad sufriente que me rodea, no
unos días sino cada día, siempre.
Quiero que me sirva para toda la vida porque he aprendido a
ver las cosas de otra manera.
Quiero dejar huella, servir de bastón y a la vez apoyarme en
ellos, cuando no sepa el porqué del sufrimiento, pedir fe para afrontarlo y
fuerza para combatirlo, ternura para repartir abrazos, amor... y sobre todo no
ser indiferente para nadie, quiero actuar a mi escala pero nunca girar la
cabeza.
El broche final de Nazaret fue un Camino de Emaús, en el que
descubrí que es que nunca es tarde para profundizar en alguien y eso lo
descubrimos en la dinámica del camino de Emaús.
Esto ha sido el inicio, un gran inicio, de algo muy grande.
San Rafael, un voluntariado diferente:
No es fácil tratar con discapacitados mentales y menos si
nunca lo has hecho. La primera palabra que expresamos al entrar al centro fue
“respeto”. No queríamos decir que teníamos miedo por lo que nos podíamos
encontrar, pero la realidad es que estábamos asustadísimos.
El primer día trascurrió en calma pero la cosa cambió
conforme pasó el tiempo. Recorrimos los diferentes hogares encontrándonos con
todo tipo de discapacidades. Poco a poco empezamos a coger cariño a todos ellos
hasta el punto que pedimos pasar más tiempo y darles de comer.
No costó ningún esfuerzo poder ver a Dios en el
voluntariado. En cada sonrisa de ellos, en cada abrazo, en cada conversación... por eso decimos que es un
voluntariado diferente porque se puede decir que recibimos más de lo que dimos.
Día tras día dábamos gracias a Dios por la posibilidad que
nos dio de poder realizar este voluntariado aún sin haberlo pedido, de haber
podido conocer a gente tan maravillosa como las que hemos conocido, por la
acogida de todo el centro y sobre todo de los trabajadores que nos ayudaron en
todo lo que necesitamos. Pero sobre todo damos gracias a Dios de haber perdido
el “miedo” y de haber conocido la realidad que hay en el mundo, no para
comprenderla y olvidarla si no para cuidarla y acogerla porque aunque muchos no
lo entiendan, los discapacitados mentales nos dan lecciones diarias.
Solo agradecer esta increíble experiencia, y aconsejársela a
todo el mundo. Centro San Rafael de Alicante. Como ellos dicen “Soñando
juntos”.
Menores Embarazadas
Al principio fue muy difícil, ya que esperábamos que ellas
nos aceptasen desde el principio y confiasen en nosotras pero con el tiempo
comprendes que todo lleva su proceso.
Así que cuando paso ese tiempo, todo fue más fácil y pasamos
a sentirnos parte de su vida hemos podido ayudar a las madres que pueden
aprovechar esos días en que estamos para hacer gestiones y, además, es
gratificante para quien lo hace. Hemos aprendido muchas cosas de la vida y
creemos que en cierta medida también hemos hecho la vida de las madres algo más
fácil por unos días.
Me he sentido muy feliz porque este voluntariado me ha hecho
observar las responsabilidades a las que te sometes cuando decides ser madre y
a la vez el lado más dulce de la vida que es el amor maternal. Por ello ver
como las madres dan a sus hijos lo que ellas no han tenido, me ha ayudado a
comprender que tenemos mucha suerte de tener la vida que tenemos.
Niños de Nazaret
He tenido la suerte de pasar dos semanas con los niños de
Nazaret. Niños que por problemas familiares o por tener familias
desestructuradas van a una escuela de verano en unos pisos donde hacen una vida
“normal” y donde se cuida su alimentación, educación, higiene...
Al principio llegué con miedo porque no sabía cómo
reaccionarían ellos conmigo, pero solo recibí muchísimo cariño por su parte.
Hemos hecho varias actividades, hemos ido a piscinas, granjas, hemos hecho
deberes con ellos y muchas más actividades. Todas las mañanas me despertaba con
ganas de llegar al piso y que me recibieran con mil abrazos, besos y cumplidos
y hacer la actividad que tocara.
Son niños encantadores que en cuanto les das un poco de
cariño te lo devuelven duplicado.
Me he dado cuenta del cariño y la confianza que se puede
llegar a coger en tan poco tiempo.
Me han hecho sentirme muy afortunada, especial y sobre todo
feliz. Además me he reído un montón y me lo he pasado genial. Tanto que me ha
costado muchísimo despedirme.
Aunque ahora sienta pena me voy muy feliz de haber vivido
esta experiencia con ellos y con muchas ganas de volver a verles.
En la Residencia de
la Virgen del Remedio, hemos estado acompañando a los ancianos y ayudándoles en
lo que necesitaban y sobre todo haciéndoles sentir escuchados. Hemos conocido a
ancianos con todo tipo de patologías, tanto físicas, como psíquicas.
Eso sí todos tienen una increíble capacidad de
agradecimiento con cosas tan simples como llevarles a misa, ayudarles a tomar
zumo, jugar al dominó... este voluntariado nos ha llenado de forma personal.
Personalmente, sólo con sus sonrisas y sus continuos
agradecimientos, me han devuelto mucho más de lo que he podido llegar a dar y
no sólo eso sino que ellos son los que
El Cottolengo
Es una residencia exclusivamente de mujeres
enfermas. El voluntariado consiste en ayudarles en las tareas de la casa
(tender, poner la mesa, fregar...),hacer juegos con ellas para estimular y
desarrollar sus capacidades tanto físicas como mentales, pasear y conversar con
ellas, darles de comer y hacer todo lo posible por alegrarlas y transmitir
felicidad.
En esta experiencia acabas recibiendo más de lo
que das, son personas muy cariñosas y agradecidas y en la residencia se aprecia
un gran ambiente familiar.
En un primer momento es impactante pero al final te das cuenta que pese a lo poco que tienen lo valoran y son felices. Además llama la atención el compromiso entre ellas y como las que están mejor cuidan y dan cariño a quien más lo necesita.
En un primer momento es impactante pero al final te das cuenta que pese a lo poco que tienen lo valoran y son felices. Además llama la atención el compromiso entre ellas y como las que están mejor cuidan y dan cariño a quien más lo necesita.
En el Cottolengo es fácil encontrar a Dios: en
cada sonrisa, mirada y caricia de las mujeres de la residencia que despiertan
sentimientos que estaban dormidos en tu interior y en descubrir que la
verdadera felicidad se haya haciendo felices a los demás. Estamos muy
contentas de haber tenido esta oportunidad y de hacer que estas mujeres se
sientan queridas.
Residencia VERITAS
Supongo que como cualquiera de nosotros, yo iba
con la intención de que mi trabajo fuese gratificante, y la verdad que a la
vista no parecía muy difícil, se basaba básicamente en abrir la puerta,
consolar y abrazar tal y como lo haría Dios. En estas dos semanas he crecido
mucho. Cuando me dijeron que estaba dentro del voluntariado de Veritas mentiría
si dijera que no sentí miedo e incluso rechazo aunque a la vez tenía
muchas ganar de conocer este mundo, de saber qué es lo que les duele, y poco a
poco hemos ido aprendiendo que lo que duele no es el dolor, sí no el efecto
secundario de algo que les hizo sufrir y que hoy en día les sigue rascando. Al
llegar a la casa, supongo que todos sentimos ese tipo de "respeto",
ese hablamos todo lo que quieras pero con una barrera en medio, poco a poco te
van contando, vas aprendiendo y lo más importante, vas sintiendo. He llegado a
sentir vergüenza por meter la pata hasta el fondo, por ver como me rompían los
esquemas y he aprendido que es verdad que las apariencias engañan... Nazaret ha
terminado, pero no nos vamos por completo, cada uno de nosotros dejamos una parte
de nuestro corazón, ponemos la parte de fe y de esperanza necesaria para que
todo vaya bien. Nos vamos emocionados, nos vamos con una sonrisa en los labios.
Prometemos no olvidaros nunca, rezar mucho por vosotros y llevaros siempre
guardados en el corazón.
Casa Veritas: Carolina Carolina Arruga Arnal y Diego Lopez Ordovás
Cottolengo: Beatriz Menéndez Félez, Leyre Saldaña Inda, Irene Rubio Artiga
Residencia de Ancianos: Paula Oto Valero
San Rafael: Pilar Martínez Romero, Wences Civeira Marin, Carmen Campos Morente, Tomas Achaval Lorente, Pablo Gómez Mugarza.
Menores Embarazadas: Pilar Novella Gonzalez
Colonia de menores de Nazaret: Ana López Santander