REDES DE VIDA: COMUNIDADES DE RESISTENCIA Y ESPERANZA
Ni
siquiera le buscaban a él. Lo encontraron por casualidad. Un cuerpo
de más, aguas abajo, flotando en el río.
“Se
llamaba Eugen y había venido de Rumanía. Tenía 56 años y solía
pedir a la puerta de la iglesia de San Pablo. Llegó con aspecto
saludable y podía haber pasado por un visitante más de la ciudad.
El tiempo, embadurnado de abandono, fue convirtiéndole en un pobre
hombre coloreado por todo lo que acompaña a quien va dejando de lado
el cuidado personal... llegó el alcohol... buscando el consuelo y
el olvido de historias que poblarían sus sueños de la lejana
Rumanía.” Así honraba Fr.Salus, Dominico de San Pablo, a Eugen.
Una
noche como otra cualquiera. De un lunes más. En Valladolid. Un grupo
de personas de colectivos diversos. Reunidas en torno a un icono para
recordar y despedir a Eugen. Para gritar en silencio que su vida
importaba, para proclamar ¡ALGUIEN ha muerto! Una despedida hecha
oración, ante un Icono del Señor, porque Eugen era Ortodoxo y
porque le recordaban rezando con devoción en San Pablo.
Eugen
denunció una “trama”, una “mafia” de extorsión a personas
sin hogar para que pidieran dinero. Fue un acto de valentía. Días
después aparecía su cadáver llevado por el río... quizás nunca
se sepa más. Los periódicos se han hecho eco de la misteriosa
muerte de; un ciudadano rumano, un “sin techo”, un... Eugen para
sus compañeros de calle y para la gente de Red Incola que le
conoció. ALGUIEN ha muerto. Y un grupo de colectivos diversos (Cruz
Roja, Vecinos, Feligreses de San Pablo...) se constituyen en
comunidad de Resistencia y Esperanza, para testimoniar en una Noche
Oscura, frente al antiguo Colegio de San Juan de Dios, que para el
Padre la vida de Eugen importaba. Acudí a la despedida de Eugen con
el equipo del Café Solidario de Red Incola. Uno de los programas en
los que he podido participar este mes de ministerios en Valladolid y
con quienes lunes y miércoles visitábamos a personas sin techo para
llevarles un café, pero sobretodo para decirles con nuestra visita
“nos importas”. Algunos de ellos conocían a Eugen, de quien me
hablaron también otros compañeros de vida y de calle con quienes
tomábamos café todas las tardes “con leche, con o sin azúcar,
pero nunca solo” como rezaba el titular de un diario local para
explicar el programa: Calor y Café. Un espacio de encuentro, ocio,
esparcimiento, de estar en un sitio recogido a resguardo de la calle.
En Calor y Café, hay café, infusiones… y cartas, dominó, ajedrez
y sobretodo mucho cariño y voluntad de acoger: “Lo más importante
es la acogida” me decía uno de los usuarios.
Algunos
de los “cafeteros” nos encontrábamos también por las mañanas
en la sede de la Red, en la Calle Olmo, donde he colaborado como
“profesor” de español. Cualquiera que haya pasado por la
experiencia de dar clases de repaso de español a migrantes habrá
tenido en algún momento la sensación de caos: diferentes personas
con distintos niveles alrededor de una mesa porque un día faltan
otros profes… todos preguntando cosas distintas, y uno tratando de
seguir cada uno a su ritmo… Caos total… pero sobreabundante
cariño, de los voluntarios y de los alumnos. Un día bromeaba con
ellos: aprender no sé si aprendéis, pero al menos nos reímos. Y
uno de ellos contestó, “eso también es muy importante”. Y es
muy importante porque así es como la Red se teje y permite acompañar
y seguir y escuchar para en un momento dado poder intervenir. Las
clases, el café de la tarde y el ir a buscarlos de noche… Es una
coreografía que permite ir conociendo sus historias y sus vidas,
aprendiendo-les. Mientras te dan palizas jugando al ajedrez o al
dominó (¡algunos son casi profesionales!), mientras te preguntan
“cómo se dice…”, mientras les ofreces café una noche gélida
de pie en la estación… se va tejiendo una relación capaz luego de
sostener preguntas incómodas que permiten recomendar una atención
específica, derivar a búsqueda de empleo o a un hogar o refugio de
otra entidad o a un examen médico... o “simplemente” que la
persona se sienta, persona, valorada, escuchada, que a alguien le
importa.
Una
Red así; tejida con capacidad de servicio y acogida, con humor y
amor y con un poco de caos creativo que deja fluir la vida es capaz
de acompañar a Eugen y de movilizarse e incidir para que no tengamos
que despedir a nadie así de nuevo.
Mi paso por la Red Incola ha sido breve. Espero haber aprendido algo.
Ciertamente “nos hemos reído” y hemos compartido cafés,
lecciones de ajedrez y de Dominó, historias tristes y buenas
noticias... ¡VIDA!
Con agradecimiento, @jmsssj
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