Belenes disfuncionales
Decía Kiko del Barco,
compañero Jesuita del Pignatelli, en una homilía estos días,
que en los belenes
de Navidad todo cabe.
Cabe la felicitación del pequeño de la casa hecha con botones. Cabe un papa Noel gordo y más grande que el pesebre porque lo han hecho los sobrinos o los nietos con toda ilusión. Cabe el coche, el muñeco preferido de playmobil, el pato más grande que el S. José, ¡hasta cabe Herodes a lo lejos!
Dios escoge nacer en un lugar donde todo el mundo quepa.
En el nacimiento ¿la cueva?, ¿el pesebre?, no hay puertas.
No hay filtros.
Ciertamente no hay cuchillas.
No hay procedimientos, ni fronteras que pasar ni permisos que pedir…
Por eso cabemos todos. Caben los pastores, caben el buey y la
mula, caben, los sabios de oriente… y cabemos nosotros con nuestras
incongruencias y búsquedas y torpezas. En el Belén de Dios todos caben. Si
nosotros somos incapaces de dejar fuera de nuestros nacimientos los muñecotes más
queridos de los niños de la casa ¡Cuánto más Dios no dejará fuera de su Belén a
ninguno de sus pequeños!
En el Belén que ponemos en Navidad todo cabe, porque en la
cueva en la que Dios nace todo cabe. Es más, es porque Dios nace en una cueva
que en nuestro Belén no sobra nada ni nadie, si está mediado por el cariño, por
la ternura por el deseo de estar cerca del niño Dios.
En estos días de festejos navideños podemos estar un poco
más atentos a las personas que normalmente dejamos fuera. Y en el nombre del
Dios de la Vida que nos acoge a todos en su nacimiento, dejar que se acerquen a
nosotros, es más, salir a buscar a las personas alejadas y hacer porque se
encuentren a gusto en nuestros belenes.
Sí. No es fácil.
Es imposible para nosotros, pero no para el
niño-Dios.
No se trata de negar las disfuncionalidades, ni de querer
cambiar al prójimo por navidad, se trata de estar dispuestos a salir, de querer
recorrer un camino hacia el otro. Es imposible para nosotros, pero no para
Dios, con tal de que pongamos al niño en el centro del nacimiento. Es el niño recién
nacido quien nos aglutina siendo distintos como somos.
Y si el niño es el centro, ya no sobra, ni el pato, ni el
playmobil ni el papa Noel gordo… porque estamos juntos ante el niño para
adorarle y eso nos iguala a todos.
Ojala que la magia de estos días en que todo es posible para
Dios, el Niño nos conceda ver los belenes de nuestra vida con el cariño con que
Dios los ve y nos ayude a acoger en ellos a esas personas que necesiten cariño
y ternura, especialmente en estas fechas.
¡Feliz noche Santa! ¡Feliz disfuncionalidad!
Gracias Mordi. Feliz Noche. Nos gustan mucho tus cronicas. La hemos
ResponderEliminarleido en el coche toda la familia camino de Zaragoza.
Esperamos mas cronicas....