sábado, 7 de diciembre de 2013

Ser luz en la noche. 

Cuentan que hace mucho, mucho tiempo, hace unos 100 años, en un pueblo de la sierra, cerca de Zaragoza, había una abuela que enseñaba el catecismo y los mandamientos a su nieto los domingos por la tarde.
Uno de esos domingos, era invierno, anochecía pronto y hacía mucho frío. La vida del pueblo se iba apagando conforme se escondía el sol, porque en el pueblo no había luz eléctrica. Victoria, que así se llamaba la abuela, fue a buscar una vela para iluminar la habitación. Era una casa pequeña, pero tenía una vista fantástica porque estaba en lo alto del pueblo. Desde allí se veían casi todas las calles, la plaza de la Iglesia el mercado, el ayuntamiento, y al fondo, en un día claro, hasta se podía ver Zaragoza. A Juan le gustaba esa vista, y le encantaba pasar ratos con su abuela, y ¡no solo por la merienda de pasteles caseros! La abuela era divertida porque explicaba las cosas de manera fácil.
A Juan se le quedó grabado especialmente un día. Era la semana anterior a su confirmación. Le habían explicado en la parroquia y en el cole qué era el sacramento: celebraba el paso a la comunidad de los cristianos ya como “adulto” y que ahora él recibiría el Espíritu Santo para ser misionero y apóstol de otros… ¡le sonaba tan difícil! Así que, ese domingo Juan le pregunto a su abuela Victoria. La abuela le escuchó en silencio un buen rato, sonrío. Y le dijo, es muy sencillo. Ya verás. Pero en lugar de explicarle nada se lo llevo a hacer pasteles a la cocina. Haciendo las madalenas le explicó que ser cristiano es como la levadura que hace que la masa se hinche, eso lo pilló enseguida.
Más tarde, mientras merendaban en el salón, la abuela apagó todas las velas de la casa. Se quedaron a oscuras por un rato. Juan no entendía, pero Victoria sonreía, “espera, espera, ya verás”, le decía. En eso dijo ¡Ahí está! Juan no podía ver nada al principio. Luego, poco a poco, siguiendo la mirada de su abuela, pudo distinguir como a lo lejos, en las calles del pueblo vecino, iban apareciendo puntos de luz en la noche. Una estela luminosa, un manto de luz comenzaba a dibujarse en la gélida noche.
Se quedaron en silencio un buen rato contemplando la escena. Y Juan entendió. Ese es el sereno dijo Victoria.
En medio de la noche y el frío, está cuidando de todos nosotros, y enciende las velas en los farolillos de las esquinas para que los vecinos puedan volver a sus casas. Eso es ser cristiano Juan. A eso es a lo que te llama Jesús. A pasar por la vida de los demás dando luz, todos los días, pero especialmente cuando haga frío y sea de noche. Y ¡estate atento! Cuando sea de noche y te sientas solo y no veas luz por ninguna parte, busca esas luces que se encienden en la noche, ¡son como los cristianos! Sabrás que te has encontrado con ellos porque han iluminado tu vida y han dejado un rastro de luz a su paso. 


(Adaptado de Megan McKenna)

Os dejo el video de Advent Conspiracy. En lugar de dar cosas date a ti mismo/a


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